Dibujo: Roberto Alonso |
Y es que desde
que fue pedido por el presidente de la Cofradía, a las hermanas bernardas
propietarias de la imagen, allá por el
inicio de la Cuaresma, había estado presidiendo el Altar Mayor de la Iglesia
Conventual.
Hoy Sábado Santo,
en su procesión del Santo Entierro, será devuelto a su lugar, donde reposará 11
meses hasta la llegada de la próxima Cuaresma.
La hora se
acercaba. Los hermanos se iban revistiendo, ya estaba todo presto: estandartes,
pendonetas, incensario, faroles; y los hermanos de carga, los “Malditos”, daban
los últimos retoques a las andas, las flores y las velas… la imagen hermosa del
Yacente saldría a la calle un Sábado Santo más.
El presidente,
desde el atril del presbiterio, leyó cuidadosamente la planta de procesión:
niños cofrades, hermanas de devoción, cofrades en filas, comisarios del Cristo
y la imagen de Nuestro Señor en sus andas procesionales con los tambores que
marcan el paso. Y por último el sacerdote escoltado por dos miembros de la junta
de gobierno, las cofradías hermanas y personalidades distinguidas en la vida vallisoletana.
Dibujo: Roberto Alonso |
Se hace el
silencio, las emociones y los sentimientos afloran entre el pueblo fiel, y
majestuoso al son del miserere, la obra de Fernández sale a las calles de
Valladolid.
Salvan tres
escalones de piedra y los malditos toman la calle María de Molina. Al paso,
poco a poco, en silencio,… silencio roto solamente por el arrastre de las colas
de los hábitos penitenciales de sus cofrades.
Sigue sonando el
canto gregoriano, al fondo el redoble de los tambores y el sonido de las
carracas; la procesión avanza por la calle de
los Héroes de Alcántara, luego giran a Zúñiga y allí esperan a las
puertas de Santa Ana.
El público
abarrota la vieja plaza vallisoletana, si es hermoso verlo andar en las calles,
todavía lo será más verlo por el claustro conventual, pero eso es un privilegio
reservado a unos pocos: los cofrades y las hermanas de la comunidad.
Los hermanos
forman dos filas a izquierda y derecha, van a escoltar a su imagen, emocionados
lo ven pasar a su lado. El Yacente sigue su paso pausado, de costero a costero,
para llegar al centro de la plaza; la maniobra de ahora es difícil, lo giran
con sumo cuidado y con una gran delicadeza lo portan hasta un pequeño altar.
Dibujo: Roberto Alonso |
La matraca se
oye, el tambor redobla, los malditos cargan a Cristo sobre sus hombros, pero ya
sin andas. Ahora, tres hermanos por un lado y tres por el otro, recrean el
Entierro Santo del Señor. Con saber hacer lo portan hasta la antigua escalinata
del convento y allí, con maestría, mientras un hermano cofrade interpreta el
toque de oración, el Cristo Yacente de Gregorio Fernández, entra en el zaguán
conventual.
El resto de
hermanos accede al templo, las puertas se cierran, los fieles de la plaza
emocionados quieren ver más, pero no podrán, solo les resta el consuelo de
conocer a algún cofrade que les cuente la profunda emoción que se vive y se
siente dentro.
Y es que en el
interior del convento, solo con la luz de los faroles, en silencio y en la
oración más sentida, recorre el claustro para ser depositado en la sala
capitular de las hermanas bernardas.
Dibujo: Roberto Alonso. |
Se terminó el
Sábado Santo. Abrazos compartidos, esfuerzos recompensados y lágrimas que
brotan de lo más hondo del corazón.
Nuestra "semanasantera"
lloró de rabia y de pena.
Sólo queda
esperar, esperar unas horas, a que llegue el alba, el clarear del nuevo día,
del Domingo … porque llegará la Resurrección y la Vida.
Vida que en este
año 2020 adquiere una especial relevancia para todos nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario