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La Merced. Madrid |
El próximo 13 de octubre tendrá lugar en
Tarragona una magna beatificación de la Guerra Civil Española, entre otros
muchos hay 19 religiosos mercedarios. Con tal motivo, el padre Mario Alonso,
gran historiador de la Merced y actual padre Superior de los padres mercedarios
de nuestra ciudad, escribe este trabajo acerca de otros mártires mercedarios,
los del siglo XIX en Madrid, varios de ellos vivieron en Valladolid.
La Piedad,
siempre unida a la Merced, se une a la alegría de la Orden mercedaria por la beatificación
de estos frailes de 1936.
EL NECESARIO RESCATE DE UN OLVIDO INJUSTO
P. MANUEL ESPARZA y COMPAÑEROS (†Madrid
1834)
Los
desconocidos mártires mercedarios del siglo XIX
P. Mario ALONSO AGUADO.
En la Orden de la Merced fueron muchos los
religiosos que sufrieron martirio en aras al cumplimiento de su cuarto voto de
redención de cautivos. Ya en los primeros tiempos nos encontramos con grandes
figuras de nuestra historia que derramaron su sangre por Cristo y hoy gozan de
veneración en los altares de nuestros templos. Baste citar a San Serapio, San Pedro Armengol, San Ramón Nonato,
San Pedro Pascual…este hecho
martirial ha sido una constante en nuestra historia. Otros momentos clave, en
cuanto al martirio se refiere, fueron: el descubrimiento y evangelización del
Nuevo Mundo, la revolución francesa de 1789, la guerra de la independencia
española, 1808-1813; la desamortización y exclaustración de religiosos en la
España decimonónica, y la gran gesta martirial que sufrieron Aragón y Castilla,
las dos Provincias españolas de la Orden de la Merced, en la guerra fratricida
de 1936. Felizmente, el próximo 13 de octubre serán beatificados en Tarragona
el P. Mariano Alcalá y compañeros
mártires, diecinueve religiosos de Aragón que supieron anteponer su fe, su conciencia
y su sentido de fidelidad a los votos profesados, incluso al inestimable valor
de su propia vida. Un hecho, el de la beatificación colectiva, sin precedentes
en la Merced, un hito de nuestra historia más reciente.
En España, el siglo XIX fue pródigo en
sangre derramada, aunque la cifra de mártires no superó a la del XX en el que
el número alcanzó cotas elevadísimas. El primer mártir en aquella centuria
decimonónica fue el obispo de Coria, Juan
Álvarez de Castro y Muñoz (1724-1809). Natural de Mohedas de La Jara
(Toledo). Murió víctima de los franceses en la villa extremeña de Hoyos, en la
Sierra de Gata, donde ya anciano y con la salud bastante quebrantada había
fijado su residencia y retiro. El historiador y catedrático don Fernando Jiménez de Gregorio reivindicó la beatificación de
este ilustre jareño. En cuanto a la Merced se refiere fueron bastantes los
mártires, entre otros el P. Pedro
Pascual Rubert y Lozano, Provincial de la Merced de Valencia. En el
presente artículo sólo queremos ceñirnos a los mártires del convento mercedario
de los Remedios, en Madrid, alzado en lo que ahora se conoce como Plaza Tirso de Molina, en honor al dramaturgo
mercedario que ocupó una de las celdas del referido convento. Hemos de
remontarnos a aquel horrible jueves, 17 de julio de 1834, durante la regencia
de María Cristina y la primera
guerra carlista (1833-1840). En ambiente encrespado las gentes salieron con violencia
a las calles y calumniaron a los frailes acusándoles de haber envenenado el
agua de las fuentes públicas de Madrid, motivo por el cual el cólera hacía
estragos y las muertes eran frecuentes. Ello originó un motín anticlerical con la
gran matanza de frailes. Al atardecer de aquel aciago día, tras cometer
tropelías y asesinatos en los conventos de jesuitas, dominicos y franciscanos,
tocó el turno a los mercedarios calzados. Los religiosos mercedarios martirizados
fueron los siguientes:
1. P. Manuel
Esparza, Provincial de Castilla.
Natural de Peralta, en Navarra. En 1793 vistió el hábito de novicio mercedario
en Soria. Estaba en posesión de los títulos de Presentado y de Maestro y antes
de ser Provincial ocupó importantes cargos de responsabilidad, entre otros fue
Vicario y Definidor General. Murió en el coro a tiros y sablazos. Era un
religioso bien formado, con grandes dotes para el gobierno y muy prudente.
2. P. José
Melgar, Presentado. Nació en la
localidad toledana de Lillo. En el convento mercedario de Santa Catalina, de la
ciudad Imperial, recibió el hábito mercedario en 1788. Cursó los estudios en
Alcalá y en otros colegios. En 1820, bajo la presión de los constitucionales se
secularizó pero en 1824 pudo reincorporarse a la Orden. Las turbas que entraron
en el convento lo mataron a bayonetazos.
3. P.
Eugenio Castiñeiras, Procurador
General de la Provincia. Natural de Santa María de Cartelle (Ourense). Nacido
en 1766, ingresó a los veintiún años en el convento mercedario de Conxo,
cercano a Santiago de Compostela. Realizó sus estudios en Salamanca. Obtuvo títulos
y ocupó cargos: fue Presentado, Maestro Honorario y Procurador de la Redención.
Pasó algunas temporadas en el convento de Verín (Ourense). Como buen gallego
gozaba de grandes simpatías entre gente influyente de Madrid. Murió a
bayonetazos.
4. P.
Francisco Somorrostro, Definidor de
la Provincia y Capellán Mayor de la Capilla de los Remedios. Natural de
Segovia, en 1787 ingresó en el convento de la Merced de su ciudad natal.
Estudiante en Burgos y en Salamanca. En 1805 fue Predicador en el convento de
Valladolid. Fue elegido Redentor en el Capítulo de 1824. Murió cuando se
ensañaron con él partiéndole la cabeza a sablazos.
5. P.
Lorenzo Temprano, Presentado
Honorario. Zamorano natural de Villardondiego. Vistió el hábito en Toro
(Zamora) en 1797. Estudió en Valladolid y residió casi toda su vida en Madrid.
Murió a balazos en los claustros donde fue hallado junto a un gran charco de
sangre.
6. P.
Baltasar Blanco, Predicador
Conventual. Gallego natural de Caldas de Reis (Pontevedra). Tomó el hábito en
Conxo y murió fusilado en el coro, a los veintisiete años de edad.
7. P.
Vicente Castaño, Presentado
Extranumerario y Portero Mayor. Natural de San Lourenzo de Seira (A Coruña).
Ingresó en Conxo en 1803. Fue alcanzado por los claustros y muerto a balazos.
8. P.
Victoriano Magariños, Cantor. Gallego,
natural de Setecoros (Pontevedra). Vistió el hábito en Conxo en 1819, obligado
a dejarlo en 1820, volvió a la Orden tres años más tarde. Refugiado en la
bodega fue encontrado y acabaron con su vida a base de sablazos y bayonetazos.
Esta lista, de alguna manera oficial, se incrementa. El historiador Manuel Revuelta, añade otros cuatro mártires: los PP. Juan del Olmo, José Villar, Juan Peñacarrillo y Pedro de Dios. También hemos de agregar a Basilio Díez, donado franciscano, que acogido en La Merced encontró
allí la muerte. Heridos quedaron dos religiosos más y tres criados del
convento. Todos ellos son los olvidados y desconocidos mártires mercedarios del
siglo XIX, pertenecientes al convento de la Merced de Madrid. Sentados ya en la
Gloria del Padre, por toda la eternidad, aunque sus imágenes todavía no hayan
tomado asiento en los altares de la Tierra.