martes, 15 de mayo de 2012

El descendimiento y el entierro en el sepulcro: El Cristo Yacente de Juan Manuel Miñarro

Al descender el cuerpo, este quedó boca abajo con la cara izquierda apoyada en el suelo y cubierta por el sudario, según los científicos que estudiaron el Sudario de Oviedo. Esto fue así, para que el madero del patíbulo quedase por encima de las manos, y poder trabajar los clavos que salían por detrás, pues estaban remachados.
Extrajeron los clavos, y retiraron el madero del patíbulo, operación que debió durar 3 cuartos de hora, desde las 5,10 a las 5,55 de la tarde. El cuerpo siguió en la misma postura y extremadamente rígido.

En esta postura fue bajado por la rampa con la cabeza hacia abajo y adelante; debido a la posición más baja de la cabeza le salía sangre edematosa por las narices y la boca, manchando el sudario que le cubría la cara.
El sepulcro estaba a sólo 39 metros de distancia. Debió durar 4 ó 5 minutos. Al llegar se encontraron con la entrada principal.  Esta entrada al sepulcro de Cristo, según san Cirilo, tenía un vestíbulo con una gran entrada al interior que permitía pasar sin agacharse.

Como el cuerpo iba rígido y con los brazos extendidos debido a la postura de la crucifixión, no lo pudieron pasar. Así que tuvieron que voltearlo; la llaga del costado derecha, quedó hacia abajo, y salió lo que quedaba de sangre post mortal de la vena cava inferior, dejando un reguero de sangre en cinturón en la parte de atrás del cuerpo.

Dentro del sepulcro está la roca conocida como “piedra de la unción” donde fue depositado el cuerpo para prepararlo para la sepultura.
Se muestra fotografía de la piedra de la unción actualmente, en la entrada de la iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén.
El cuerpo fue depositado en esta piedra para su preparación. No fue embalsamado, ni lavado, estaba prohibido, solamente enderezaron sus miembros contraídos por la postura y rigidez lo que pudieron, quedando, como luegoveremos en el Yacente del escultor Miñarro, extremadamente rígido.

La cámara sepulcral de Cristo. Tenía un diámetro de 4 codos judíos (2,20 metros), según Arculfo en el siglo VII. En el norte estaba tallado el banco sepulcral con las dimensiones: 1,80 de largo, 0,90 de ancho, también según Arculfo. La distancia al suelo era de 0´60 según san Beda el Venerable. Por encima del banco estaba tallado un arcosolio según Arculfo.
A la derecha se puede apreciar la abertura de la pequeña entrada, que tenía unas dimensiones de 0´80 m. de altura por 0,70 m. de anchura, según Daniel (1106-1109).



Fue amortajado en el banco sepulcral con la sabana de lino (La Sábana Santa de Turín). Esto debió ocurrir de 6,20 de la tarde a las 6,50.
Una vez cerrado el sepulcro con la gran piedra redonda de 1.000 kilos, Pilato mandó una guardia romana armada para vigilar el monumento durante tres días.
A pesar de todas estas medidas, el cuerpo, al cabo de esos 3 días cuando se abrió el sepulcro, no fue encontrado.
El sepulcro en la actualidad, el banco sepulcral está oculto por las planchas de mármol.

 Juan Pablo II saliendo del sepulcro después de rezar en el.


EL YACENTE DE JUAN MANUEL MIÑARRO:

250 latigazos en la espalda. Pequeños traumatismos en el cráneo. Una gran herida sangrante en el costado y los huesos metacarpianos perforados. El hombre que envolvió la Sábana Santa sufrió una tremenda tortura. Los cristianos creen que fue el Hijo de Dios. Los más escépticos, no sólo ponen en duda que pudiera ser Cristo quien fuera amortajado en ese lienzo, sino que desechan la idea de que el sudario, que se custodia y venera en Turín, sea auténtico. Sin embargo, el misterio que encierra un paño tan sencillo es, en realidad, muy complejo. Y sigue sin ser resuelto pese a haber sido estudiado mil veces por los más prestigiosos científicos.

La Catedral de Málaga está acogiendo durante estos meses una exposición en la que se lleva a cabo un repaso de los principales análisis a los que ha sido sometida la reliquia, desde su hallazgo hasta la actualidad, de las características que la hacen única, así como del martirio que pasó Cristo hasta morir en la cruz y ser sepultado. De hecho, en la muestra se puede visitar una recreación a escala real del sepulcro en el que pudo ser enterrado.

Pero no es la pieza más destacable. El recorrido culmina con una reproducción exacta de la Sábana Santa, realizada por un laboratorio de Turín bajo la autorización de la Santa Sede, así como con una imagen en madera de cedro de Cristo, realizada por el imaginero Juan Manuel Miñarro, doctor en Bellas Artes de la Universidad de Sevilla, tras más de doce años estudiando la Síndone. Una recreación fiel en tres dimensiones de la Sábana Santa, «sin un sólo golpe de más», destacó Álvaro Cruz, comisario de la exposición y responsable de la empresa D Blanco Producciones, una de las organizadoras de la muestra.

«Este sudario es la prueba de que fue verdad», explicó Cruz, que acompañó al obispo de la diócesis, Jesús Catalá, al alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, al edil de Cultura y Turismo, Damián Caneda, y a otras autoridades civiles y religiosas en la primera visita por la exposición, que se divide en doce salas sobre una superficie de 500 metros cuadrados, en el trascoro de la Catedral.


«Es una historia que estaba dormida y que despierta aquí en Málaga», destacó Cruz, haciendo referencia a la prueba del carbono 14 y que dató el sudario en la Edad Media, entre los años 1260 y 1390, «130 años de diferencia», resaltó el comisario. «Analizaron un fragmento de 8 centímetros y que a su vez fue dividido en tres partes para que fueran analizados en los laboratorios de las universidades de Arizona, Zurich y Oxford», explicó. En conclusión, la prueba no pudo darse como concluyente, aunque sirvió para desprestigiar la autenticidad de la tela y que ésta fuera considerada un fraude, a pesar de que ni siquiera los científicos de la NASA pudieran descifrar cómo era posible que pudiera contener una imagen impresa, cuando no se habían detectado pigmentos, algo inexplicable y que podría deberse a la irradiación de energía, y que los cristianos vinculan a la resurrección de Jesús.
Estos científicos realizaron el estudio más completo hasta la fecha sobre la Síndone de Turín, entre los días 8 y 13 de octubre de 1978 (durante 120 horas ininterrumpidamente). Era un grupo de 31 expertos americanos especialistas en diversas disciplinas (físicos, químicos, hematólogos, forenses, fotógrafos,…) que trabajaron conjuntamente.

En la exposición se explican cuáles son las nueve características que hacen única a esta pieza: superficialidad, ausencia de pigmentos, no direccionalidad, estabilidad térmica, estabilidad hidrológica, estabilidad química, pormenorización, negatividad y tridimensionalidad.
Vista por el microscopio, la Sábana Santa está confeccionada con hilo de lino tejido de forma irregular, lo que prueba su antigüedad. Se detecta la presencia de aloe y mirra, ungüentos que se utilizaban para amortajar a los cadáveres en aquella época, polen de flora autóctona de Jerusalén, ya desaparecida y que existía en el año 30, y restos de sangre humana.


Las salas décima y undécima, denominadas Forense y Científica, analizan estas circunstancias que confluyen en la Síndone. En la primera, además, destaca la presencia de un esqueleto sobre una camilla de autopsias en el que se puede observar la posición del esqueleto que adoptaría el hombre envuelto en la Sábana, así como la situación exacta por donde penetró la lanzada en el costado, y los clavos en las muñecas y pies.

En varios monitores aparecen datos interesantes sobre la crucifixión de Cristo y la acción del rigor mortis en su cuerpo, cuando fue descendido del madero, en función de los datos obtenidos de la Sábana Santa: hombre de 1,78 metros, alto para la época; cabeza flexionada con ángulo de 40 grados, con nuca elevada y tensa; músculos pectorales contraídos y salientes; brazo izquierdo sobre el derecho, situados sobre el pubis; piernas flexionadas, especialmente la izquierda; y el pie derecho más apoyado que el izquierdo.

Así es como Miñarro ha representado a Cristo en su imagen yacente, que se sitúa sobre una urna de cristal en la que un espejo permite ver reflejadas todas las heridas en la espalda, glúteos y muslos.

Son traumatismos producidos por instrumentos que se pueden ver en la sala 9, bajo el epígrafe La Condena, como el flagelo, el pilum, una reproducción de la propia cruz y del INRI, escrito en las tres lenguas que dicen los Evangelios (latín, griego y hebreo), o de la corona de espinas, que en lugar de tener forma de aro, como suele ser representada en el arte religioso, tenía forma de casco.

Una obra que estremece, que impacta y que sin ser cierto que la Sábana Santa fue la mortaja de Cristo, si hace que pensemos.
Sin duda estamos ante algo único y excepcional, y tanto Carlos Llorente en su libro "LA PRIMERA SEMANA SANTA DE LA HISTORIA", como el profesor JUAN MANUEL MIÑARRO, con su obras hacen que nos acerquemos un poquito a los últimos instantes de Cristo en este mundo y a su RESURRECCIÓN.







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