lunes, 14 de febrero de 2011

UN GRAN SÍ, EN FAVOR DE NUESTRAS COFRADÍAS Y HERMANDADES.


Artículo escrito por el P. Mario ALONSO AGUADO, de la Orden de Ntra Sra de la Merced. Ha querido reconocer, de esta forma y con estas líneas, la continuidad de nuestro blog.
Desde aquí le agradecemos profundamente su colaboración desinteresada y su amistad.

El padre Mario será este año el encargado de dar el pregón de la cofradía de la Pasión el primer Domingo de Cuaresma, el año pasado ya predicó el quinario al Cristo del Perdón.


Desde aquí le damos ya la enhorabuena de antemano, pues en poco tiempo y gracias a sus conocimientos sobre Semana Santa, ha pasado a convertirse en un referente de gran valía en cuanto a nuestras tradiciones se refiere. Y nos ofrece en este artículo un análisis positivo de nuestras cofradías y hermandades.

Sigamos esta iniciativa de apoyo y ayuda a la Semana Santa en general, para que entre todos nuestras cofradías, y en particular las de Valladolid, sigan el camino para el que fueron creadas.

"Pronto llegará Carnaval, tras él la Cuaresma y al fin la esperada Semana Santa, muchos abrirán entonces su armario para desenfundar su hábito cofrade con olor a naftalina y saldrán a la calle con el rostro velado haciendo pública manifestación de fe y penitencia.

Saldrán en procesión nuestras queridas Cofradías.


Un sin fín de cofradías, con miles de cofrades, que expresan el sentir religioso de todo un pueblo, manifestando sentimientos y expresando sus creencias más hondas. Todo ello me lleva a reflexionar acerca del auténtico sentido de las Hermandades y Cofradías en general y a tratar de vislumbrar cuál es su papel en la Iglesia y en esta sociedad que nos ha tocado en suerte vivir.


Las cifras cantan, y si mal no recuerdo, en España hay más de 8.200 cofradías registradas y un total de dos millones de cofrades. Todas ellas mantienen en sus ordenanzas y estatutos su vinculación con la Iglesia católica, profesando explícitamente su fe y haciendo mención específica de sus fines. Las Cofradías, además de atender al culto de sus titulares, trabajan considerablemente en obras de tipo social, caritativo y, en muchos casos, mantienen desde hace varios siglos tradiciones populares, culturales y festivas; conservan sus templos y ermitas, haciendo en ocasiones verdaderos desembolsos económicos; y se afanan, en general, por la salvaguarda, custodia y restauración de un rico patrimonio histórico-artístico.


Y lo hacen con mucho gusto, para uso y disfrute de todos. Es significativo que una ermita que visité recientemente, tras su restauración auspiciada por parte de cierta institución gubernamental, parecía amueblada en Ikea, y la imagen de la Virgen de su peculiar retablo aparentaba haberse vestido en Zara. ¡Qué diferente es el resultado final de la obra cuando se lleva a cabo bajo la supervisión de una Cofradía!


Mis añorados años vividos en Herencia, y mi ya largo año vivido en Valladolid, donde mantengo estrechas relaciones con diversas Cofradías históricas de la ciudad, en una Semana Santa, la vallisoletana, que es de Interés Turístico Internacional, me hacen lanzar un sí, rotundo y firme, en favor de todas nuestras Hermandades y Cofradías. ´


En la mayoría de las Cofradías, tanto los Hermanos Mayores, como los hermanos en general, viven con intensidad y compromiso su pertenencia a la misma, y se sienten orgullosos de ello. Alardean de su Cristo, de su Virgen, del color de su hábito, de su escudo…y contagian entusiasta y sanamente al resto de los ciudadanos que se identifican y llegan a participar con ellos en actos de lo más variado: conciertos musicales de bandas, peregrinaciones, excursiones y visitas culturales, presentaciones de libros, procesiones, exposiciones conmemorativas, rifas, loterías…con todo ello logran que el vecindario se involucre, se culturice y que se sienta unido y reconocido.


Conozco y me duelen las críticas, ocultas o manifiestas, hacia el mundo cofrade en general. Algunos afirman que la presencia y proyección de las Cofradías en la sociedad es de índole política, pero la realidad es muy otra, son apolíticas o supra-políticas, y carecen de connotaciones partidistas. Por encima de todo, está la vida en comunidad, la común-unión y la hermandad entre sus miembros.

Lo peor de todo es que estas críticas no vienen solo de fuera, en ocasiones proceden del seno de la misma Iglesia. Muchos sacerdotes y religiosos las hacen, y ¿por qué callarme? también provienen de miembros de la propia jerarquía. Algunos obispos no ven con buenos ojos el mundo cofrade y todo cuanto encierra. Muchos tienen recelos del modo en que viven los cofrades, consideran desfasada la forma en que procesionan, la ven más propia de la España del barroco que de unos creyentes que han de ser fieles al espíritu del Concilio Vaticano II.


Pero mi opinión personal es muy otra. Hay que conocer a las Cofradías por dentro, estudiar su historia, catalogar su arte, tratar a los cofrades y procesionar con ellos, predicar sus triduos y novenas, pregonar su Semana Santa, reconocer todo su mérito; ver como construyen, testifican y evangelizan al mundo, como sostienen obras sociales en países de misión y como participan en campañas solidarias de ONGs y otros organismos. Y a pesar de que, al igual que sucede con cualquier ser humano, tengan también sus quiebras, pienso que las Cofradías son dignas de elogio.


Tal y como algunos puedan imaginar, la de las Cofradías no es “otra” Iglesia distinta de la nuestra. Es verdadera Iglesia de Cristo, con sus luces y con sus sombras, con sus logros y con sus desaciertos, pero con toda la grandeza de su fe. Hoy, aquí y ahora, en este momento y para siempre, quiero lanzar un gran SI, en pro de las Cofradías de Herencia, donde viví antes; de Valladolid, en donde vivo ahora, y del mundo entero, al que todos pertenecemos como miembros de la única y universal Iglesia de Cristo."

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