lunes, 30 de noviembre de 2009

EVANGELIO 1º DOMINGO DE ADVIENTO

Evangelio según San Lucas 21,25-28.34-36.

"Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, los pueblos serán presa de la angustia ante el rugido del mar y la violencia de las olas.
Los hombres desfallecerán de miedo por lo que sobrevendrá al mundo, porque los astros se conmoverán.
Entonces se verá al Hijo del hombre venir sobre una nube, lleno de poder y de gloria.
Cuando comience a suceder esto, tened ánimo y levantad la cabeza, porque está por llegaros la liberación
Tened cuidado de no dejaros aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre vosotros
como una trampa, porque sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra.
Estad prevenidos y orad incesantemente, para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podréis comparecer seguros ante el Hijo del hombre".


REFLEXIÓN:
En la primera venida se hace hombre a causa del hombre, por amor. La segunda venida tiene lugar todos los días, a menudo y en muchas ocasiones, en cada corazón que ama, acompañado de nuevas gracias y nuevos dones, según la capacidad de cada uno. La tercera venida, se considera la que tendrá lugar el día del Juicio o en la hora de la muerte...

El motivo por el cual Dios ha creado al hombres es su bondad y su nobleza infinitas, porque lo ha querido hacer a fin de que la felicidad y la riqueza que es él mismo, se revelaran a las criaturas dotadas de razón, y que éstas pudieran gustarlo en el tiempo y gozar de él más allá del tiempo, en la eternidad.

El motivo por el cual Dios se ha hecho hombre es su amor inalcanzable y la desgracia de los hombres porque, a causa de la caída del pecado original se habían alterado la finalidad de la naturaleza humana y no podía curarse a sí misma. Pero el motivo por el cual Cristo llevó a cabo sus obras sobre la tierra, no tan sólo según su divinidad sino también según su humanidad, es cuádruple: a saber, su amor divino sin medida; el amor creado, o caridad, que poseía en su alma gracias a la unión con el Verbo eterno y gracias al don perfecto que le había hecho su Padre; la gran desgracia en la que se encontraba la naturaleza humana; finalmente, el honor de su Padre. Estos son los motivos de la venida de Cristo.

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