lunes, 25 de octubre de 2010

AQUELLA PROCESIÓN DE CARIDAD y PENITENCIA


EL NORTE DE CASTILLA, SÁBADO 30 DE MARZO DE 1929.

Asi como el Jueves Santo ofrece como nota característica la tradicional visita a los Sagrarios,
prestando todo el día a la ciudad una animación brillante, el Viernes de la Cruz está consagrado en Valladolid por entero a las procesiones.
Cuatro figuran en el programa, y desfilaron ayer por núestras calles con gran solemnidad.
Las procesiones de nuestra Semana Santa son manifestación religiosa y artística de valor insuperable, que produce verdadero asombro en quienes la admiran por vez primera.

Ninguna ciudad podrá reunir tantas y tan admirables obras que lleven el nombre de Gregorio Fernández o Juan de Juni, o procedan de sus talleres de imaginería, que trabajaron en su tiempo incesantemente, impulsados por el pueblo entero.
Por ello es de desear que en lo sucesivo esta labor—iniciada hace alguno años por la brillante idea del excmo Arzzobispo Don Remigio Gandásegui -- siga brillando y que no se vean suspendias apresuradamente a causa de la lluvia. Afortunadamente, en el presente no ha dejado de lucir el sol.

Las procesiones, de est& año han resultado más brillantes y de más feliz rebultado que en los anteriores. Su organización ha sido perfecta. Y, especialmente en la del Santo Entierro, se ha notado más que en ninguna el avance y el xito. Así lo advirtió todo el mundo, consignando palabras de elogio.

Procesión de la Caridad: Hacia la Cárcel y el Hospital.


Se celebró ayer esta procesión por segunda vez. Desde hace dos años por iniciativa del arzobispo, como todo lo referente a la Semana Santa, y la idea, secundada por las personas interesadas, alcanzó un éxito rotundo.

A esta procesión acuden solamente los médicos y abogados vallisoletanos, y está formada especialmente para desfilar ante la cárcel y el Hospital. Como la otra vez, el llamamiento del prelado ha sido correspondido, y de la Catedral partió a las once y media el cortejo.

Abría la marcha el piquete de la Guardia civil, siguiendo la cruz parroquial y dos largas y nutridas filas. El número de médicos y abogados concurrentes ha sido aún mayor .
Tres imágenes aparecían en la procesión. El Cristo del Despojo, Jesús Nazareno y la Quinta Angustia, de Gregorio Kernandez, que se guarda en San Martín, y es una de las obras de arte maravillosas que poseemos.
Ante las tres esculturas iban comisiones de los Colegios de médicos y abogados, con hachones encendidos.
Ocupaba la presidencia el señor arzobispo, a quien acompañaban las autoridades, y el coro de la Universidad Pontificia que interpretaron en todo el trayecto severos cantos alusivos al solemne acto.
La procesión, como decimos, partió de la Catedral, dirigiéndose por las calles de las Angustias y San Martín a Chancillcrla. En todo el trayecto la concurrencia de gentes que presenciaban el cortejo era grandísima. Pero ante el viejo edificio de la cárcel habfa estacionada una enorme multitud, deseosa de presenciar el momento interesante y emocionante de atención y la plegaria de los presos. Allí había instalado una tribuna la Asociación para el fomento del Turismo, que estaba llena de distinguido público, en el cual había muchos forasteros. En la tribuna se hallaban el director señor del Campo, el subdirector señor Aguazas, el capellán señor Navarro, los oficiales de servicio señores Royo y Herrero y todos los oficiales de la plantilla.
En uno de los balcones de la Prisión se encontraban con sus familias el general gobernador señor Fernández Pérez y el coronel de la Guardia civil señor Martín Pérez. Y en otros se veían grupos de bellísimas señoritas.

El arzobispo señor Gandásegul invitó a una comida extraordinaria a los presos. También enviaron donativos el general gobernador señor Fernández Pérez y el Colegio de Abogados, los cuales los distribuyeron en metálico entre la población reclusa.
Al llegar frente a la cárcel de Chancillería, la procesión se detuvo. Avanzaron las tres imágenes, dando cara a las ventanas del edificio. A una estaban asomados los reclusos, y a ella subió
el arzobispo.
El coro de la Universidad Pontificia entonó una sentida plegaria, y los presos cantaron el «Perdón, ¡oh, Dios míol» A pesar de la enorme concurrencia de público y de la aglomeración,
reinó durante aqucllos momentos un respetuoso silencio.
El arzobispo dio un viva a la caridad y fraternidad cristiana, unánimemente contestado. Seguidamente la procesión se puso de nuevo en marcha, con las imágenes a hombros de los cofrades.

1 comentario:

Marcos Valdespino dijo...

Gran documento, muchas gracias por mostrarnóslo.