miércoles, 15 de enero de 2020

LA MERCED EN EL LUGAR DE LOS INVISIBLES


Abrazo ante la Puerta dorada.
Pedro de la Cuadra. 1599
Me resulta muy grato publicar este artículo, escrito por mi gran amigo fray Mario Alonso, de la Orden de la Merced, y que durante varios años estuvo al frente de los mercedarios de Valladolid .

Imposición del hábito a San Pedro Nolasco
Pedro de la Cuadra 1599
Gira en torno a las obras mercedarias que se encuentran en los almacenes del Museo Nacional de Escultura de Valladolid y que han salido a la luz recientemente en la exposición "EL LUGAR DE LOS INVISIBLES" .


Presentación de Jesús en el Templo.
Pedro de la Cuadra, 1599.
Aunque se centra más concretamente en la Virgen de la Merced, pero cita otras obras ahí expuestas, (aquí vemos 5 muestras de ello) y que todavía pueden ser visitadas hasta este próximo domingo, amén de otras muchísimas más rescatadas del desván del Museo.

Presentación de la Virgen en el Templo.
Pedro de la Cuadra, 1599
Anunciación.
Pedro de la Cuadra, 1599.
Será una lástima que se vuelvan a guardar, dicen que salvarán a una para mantenerla en la exposición permanente, yo creo que deberían salvar todas. Pues todas son dignas de ser vistas. Con una sola no hacemos nada.




Fotos tomadas durante la visita, fragmentos del retablo realizado por Pedro de la Cuadra para el Convento de Nª Sª de la Merced, ca 1599.



LA MERCED EN EL LUGAR DE LOS INVISIBLES
del Museo Nacional de Escultura


Por fray Mario ALONSO AGUADO, orden de la Merced.



No cabe duda alguna, de que la Orden de la Merced caló hondo en la ciudad de Valladolid, recia ciudad castellana que llegó a gozar de un notable esplendor social, económico y político, llegando a ostentar el título de capital del imperio español. Tanto el Convento de Nuestra Señora de la Merced, de mercedarios calzados, como el Convento de San José, de mercedarios descalzos dieron sobradas pruebas de ello. Los mercedarios se significaron como redentores de cautivos, recolectores de limosnas, afamados predicadores, profesores universitarios, teólogos, escritores, misioneros, directores espirituales, garantes del arte sacro y alentadores en todo momento de la fe y de la religiosidad popular. 

Los cronistas clásicos de la historia vallisoletana dan fe de ello. En nuestros días, María Antonia Fernández del Hoyo, Luis Carretero Ajo, y Roberto Alonso, por distintos motivos y en diversas circunstancias, se han acercado al pasado de la Merced de Valladolid legándonos interesantes páginas acerca del pretérito mercedario de la ciudad del Pisuerga. Museos, monasterios, parroquias, bibliotecas, archivos, coleccionistas privados, albergan parte de las obras artísticas que la Merced encargó y produjo para los dos conventos anteriormente citados. En otras ocasiones, hay imágenes, retablos, columnas, cálices, pinturas, libros, documentos, ornamentos sagrados, que duermen el sueño de los justos en viejas sacristías, en sótanos, en almacenes, o en descuidadas iglesias rurales, allí yacen a merced del polvo y en el olvido más absoluto.
         
Especial mención merece el Museo Nacional de Escultura, formado en sus inicios con los fondos artísticos que se fueron almacenando tras las desamortizaciones de los conventos en el siglo XIX. Su colección permanente tiene algunas muestras significativas del arte mercedario de Valladolid. Pero otras, no se han podido ver hasta ahora, se han desempolvado, y se han mostrado al gran público. Gracias al montaje de la exposición temporal “Almacén. El lugar de los invisibles” se han sacado a la luz 300 tesoros que nunca antes se habían exhibido: un verdadero arsenal de imágenes de cristos, vírgenes, santos, náufragas de la historia y supervivientes de desamortizaciones, guerras, expolios o de ventas falaces. También se exponen columnas, bustos, relicarios, pedazos de retablos, de alas rotas, de cabezas degolladas, de brazos y pies mutilados, un auténtico conglomerado de obras fragmentadas de lo más variopinto. Unas, verdaderas obras maestras, de autores consagrados; otras, piezas secundarias, de autoría anónima, diluidas en el gran conjunto. Y todas, arrancadas de los espacios devocionales para las que fueron concebidas y refugiadas ahora en el museo. La exposición, programada en principio para abrirla al público, desde el 29/05/2019 hasta el 17/11/2019, alcanzó tanto éxito que tuvo que ser prorrogada hasta el 19/01/2020.


Imposible traer aquí todas las obras mercedarias de la exposición. Especial mención merecen la media docena de relieves y algunas tablas de Pedro de la Cuadra, Ca. 1599, que formaron parte del retablo mayor del convento de la Merced Calzada, escenas que ponen en evidencia el gran marianismo de la Orden. Personalmente queremos destacar una imagen de la Virgen de la Merced, del convento mercedario descalzo. Escultura de la Virgen presentada en movimiento, de pie, con el Niño en brazos, llena de dulzura y encanto pueril. Ha sido datada como de mediados del siglo XVIII. 


La queremos destacar porque existen otras dos más, de igual estilo y autoría, aunque de tamaños más pequeños, una en un templo de Arévalo (Ávila) y otra, aún más pequeña, en la iglesia de la Magdalena, de Valladolid. Hay que reconocer que los mercedarios descalzos supieron propagar, como nadie, la devoción a la Virgen de la Merced en su plural de las Mercedes. De la primera de las tres conservamos un grabado de época que viene a demostrar la gran devoción que la imagen arrastraba tras de sí.

El museo, en su afán por interactuar con sus numerosos visitantes, lanzó la propuesta “Libera una escultura”, con el ánimo de que una de las 300 obras expuestas temporalmente, pueda salvarse e ir a engrosar las piezas de su exposición permanente, el resto, tras el desmontaje iniciarán su camino de vuelta hacia las reservas del museo. Cuando esto escribo, aún no se sabe que obra han elegido. ¿Cuál de ellas se liberará?

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