sábado, 28 de marzo de 2020

Quinario a Nuestra Señora de la Piedad 2020 (5ª día)

Quinto día de orar junto a María y con María...


Hoy nuestros nuevos hermanos cofrades habrían recibido, o mejor dicho, se les habría impuesto la medalla de nuestra Madre, que les hace ser cofrades de nuestra hermandad.


A todos ellos les mandamos nuestro abrazo más fraternal y les acogemos con cariño en nuestra cofradía; estoy seguro que el año que viene la recibirán con muchísima más ilusión.



Hoy también estaríamos celebrando su tradicional besapié; que ese gesto de amor y cariño lo realicemos con quien tenemos más cerca, estoy plenamente convencido de que nuestra Madre lo agradecerá infinitamente, es más, es lo que seguramente quiere que hagamos.



MARÍA RECIBE EN SUS BRAZOS A SU HIJO

Después de ese abrazo maternal, Juan levanta la vista, vuelve a mirar a su Maestro, le sigue viendo sufrir, cada vez más. El suplicio es desgarrador.Y en ese momento clama a lo alto:

"Eloi,  Eloi, lama sabactani?" (Dios mío , Dios mío, ¿por qué me has abandonado?)

María siente que su Hijo está solo, que pide respuestas para lo que le ha sucedido, pero no... en su corazón sabe que Dios está con Él, que es en esos momentos cuando siente más de cerca su presencia. ¿Qué padre deja solo a su hijo?
Ninguno.
Ella, su madre no lo había hecho, ¿lo iba a hacer Dios, su Padre?

Juan sufre, la Magdalena no puede mirar, llora desconsoladamente.
Saben ambos que el final está cerca, que su Maestro va a morir y que seguramente no lo vuelvan a ver. Quieren acercarse, pero otra vez el centurión les empuja hacia atrás.

María  no quiere dejar de mirar a su hijo, sabe realmente que el dolor es máximo, pero quiere acompañarle hasta el final.
Jesús también mira a su Madre, sus ojos casi cerrados transmiten un último gesto de amor y de vida para quién le trajo a este mundo.

Y sabiendo esto, que del Padre venía y que al Padre volvía. Exclamó:

"Padre, todo está cumplido, en tus manos encomiendo mi espíritu".
Y dicho esto exhaló su vida; dejó de vivir en este mundo para vivir en Reino del Padre.

Lanzó un fuerte suspiro y su cabeza cayó sin vida.
María rompió a llorar amargamente, la Magdalena hace tiempo que lo hacía, la otra María se volvió, no quería mirar y Juan las abrazó a las tres.
Y al momento el cielo, ya negro, comenzó diluviar.

María esperó allí sentada, en el Gólgota, al pie de la Cruz... hasta que dos amigos: José  de Arimatea y Nicodemo le bajaron con una sábana y Ella lo acogió entre sus brazos.
A pesar del dolor inmenso, era lo que más anhelaba en esos momentos.

Y esta es la imagen que nos representa como hermandad, la Piedad, la madre con el hijo en brazos, el resumen de la Pasión.

A nosotros como cofrades nos pide hoy más que nunca que acojamos siempre, que nunca rechacemos a nadie, que estemos ahí siempre, al lado del otro, del hermano, esperando para ayudar y amar.

Amén



La Salve

Dios te salve,
Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra;
Dios te salve.
A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva;
a Ti suspiramos,
gimiendo y llorando,
en este valle de lágrimas.
Ea, pues,
Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos
misericordiosos,
y después de este destierro
muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!
D- Ruega por nosotros Santa Madre de Dios.
T- Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén.

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