miércoles, 31 de octubre de 2018

SIMPOSIO INTERNACIONAL "ISABEL LA CATÓLICA Y LA EVANGELIZACIÓN DE AMÉRICA"


I SIMPOSIO INTERNACIONAL ORGANIZADO POR LA COMISIÓN ISABEL LA CATÓLICA DEL ARZOBISPADO DE VALLADOLID.
VALLADOLID, 15 – 19 de OCTUBRE de 2018.
"ISABEL LA CATÓLICA Y LA EVANGELIZACIÓN DE AMÉRICA”

El pasado 15 de Octubre dio comienzo en el colegio de los Agustinos Filipinos de Valladolid el primer simposio internacional sobre Isabel la Católica, organizado por la comisión que llevaba su nombre y que depende del Arzobispado de Valladolid. 
El objetivo es seguir estudiando y profundizando en la vida de la Sierva de Dios para que, en un espacio de tiempo no muy largo, su causa de santificación sea tenida en cuenta y retomada de nuevo en Roma, y así la Reina Isabel sea llevada a los altares.

Mientras llega ese momento se nos invitó a todos los presentes, por parte del postulador de su causa, y que allí nos reunimos esos días a pedir y rezar por la Reina.

De todas formas y mientras esperamos la publicación de las actas con todas las ponencias, iremos poniendo poco a poco en este blog las que buenamente pudimos ir recogiendo y de las que pudimos tomar algún apunte.

Evidentemente son eso apuntes de las conferencias, con las lagunas que ello pueda conllevar, pues efectivamente las charla son mucho más completas y más enriquecedoras escuchadas in situ.

A continuación os dejamos con la ponencia que abrió el congreso en la tarde del lunes 15 de Octubre y que fue pronunciada por la profesora de la Universidad de Valladolid Doña María Isabel del Val Valdivieso. 


“ISABEL MUJER, CATÓLICA”
(Dª Mª Isabel del Val Valdivieso, Universidad de Valladolid)

INTRODUCCIÓN:

Detrás de la persona de Isabel de Trastámara y después de la de Reina Isabel I de Castilla se encuentra la figura sobresaliente de la mujer como tal. Fue mujer de su época. Y es que la vida en el siglo XV era muy diferente, tanto en la forma de concebir el mundo como la de entender la sociedad.
Hay que partir de la base de que para comprender este momento histórico tenemos que tener muy presente que el cristianismo vertebraba el orden social, el orden político y la unidad de los reinos cristianos de la península ibérica, es decir, de Castilla, de Aragón y de Portugal. Y que será fundamental para entender el porqué de las numerosas decisiones  políticas  que por el bien del reino tomaron y adoptaron los Reyes Católicos entre 1474 y 1516.

ISABEL LA CATÓLICA.

Nació un 22 de Abril de 1451, Jueves Santo, en la villa abulense de Madrigal de las Altas Torres. Juan II, su padre y Rey de Castilla, lo comunica a pueblos, villas y ciudades del reino, proponiendo que se celebren fiestas por tan feliz acontecimiento.

Entre 1453 y 1454 se produjeron tres hechos que posiblemente, aun siendo niña, Isabel percibiría muy de cerca en la corte de su padre.

A nivel internacional la toma de Constantinopla por los turcos, hecho que causó una gran conmoción en toda la cristiandad. Y desde entonces en Europa se empezará a sopesar muy seriamente la idea de combatir al infiel para defender la cristiandad.

Y a nivel nacional la conmoción por la muerte del hombre de confianza de Juan II, don Álvaro de Luna, condestable de Castilla y maestre de la orden de Santiago, ajusticiado en Valladolid el 2 de Junio.

Posteriormente también notaría, a los tres años de edad, la pérdida de su padre, ya que el 22 de julio de 1454, también en Valladolid, falleció el Rey Juan II de Castilla, sucediéndole en el trono, su hijo y hermanastro de Isabel, Enrique IV. Esto provocó que la Reina y madre de Isabel, la también llamada Isabel de Barcelos, se trasladase a la villa de Arévalo con sus dos hijos.

Es a partir de entonces cuando Isabel y su hermano Alfonso empezarán a ser instruidos por personas de notable valía y con una gran formación humanista, entre ellos don Gonzalo Chacón, contador mayor a quien Isabel llamaba afectuosamente “mi padre”, por todo el cariño que le profesó durante toda su vida.

Así pues desde Arévalo Isabel empezó a contemplar y a entender todo lo que sucedía en su amada Castilla. En 1455 vio cómo se desarrollaba la penúltima campaña contra Granada, hecho que luego influyó notablemente en ella como Reina.
Como se ha apuntado anteriormente Isabel tuvo una gran formación religiosa, ya no solo cristiana, circunstancia que marcaba el pensamiento de la época en todos los órdenes de la vida.  Y es que ella fue una mujer de una profunda vida interior, con una intensa vida espiritual y un amor ilimitado por Cristo.

Es por ello que durante esa segunda mitad del siglo XV también se formó convenientemente sobre judíos y musulmanes y su problemática en Castilla, sobre todo  por la necesidad del recto orden de las cosas. Y es que tener en los reinos de la Europa de entonces una misma fe, la cristiana, dentro de sus fronteras era una imperiosa necesidad. Esto la llevaría a tomar en 1492 la expulsión de los judíos, aun en contra de su pensamiento interno.

Tres  controvertidas  decisiones  políticas:

1.-La Inquisición (1480):

Sixto IV, el papa de entonces, con la bula “Exigit devotionis affectus”, (1 de Noviembre de 1478), propone a los Reyes Católicos que se actúe contra los judíos conversos. Será la propia Isabel la que consiga retrasar su puesta en marcha hasta el 27 de Septiembre de 1480, ¡dos años después!
Conviene no perder de vista a la hora de tratar la Inquisición, ya que estamos hablando de una forma de gobierno circunscrita al siglo XV y no al XXI, ni siquiera al XX.

2.-La expulsión de los judíos (1492):

Tenemos que partir del hecho de que en la época de los Reyes Católicos los judíos vivían bajo el amparo de la corona, se les valoraba notablemente por su valía en muchos aspectos, incluso por grandes servicios al reino. Muchas figuras notables del reinado de Isabel fueron conversos a su causa.
Desafortunadamente en esos años se desarrolló en la sociedad un ambiente hostil contra ellos, y si entonces tenían como premisa fundamental que el reino se articulaba política y socialmente desde la unidad en la fé verdadera, es decir, bajo el cristianismo; Isabel y Fernando lucharán por este objetivo sin ningún género de dudas.
Es por tanto que se llega a que el 31 de marzo de 1492 se promulgue el edicto de expulsión. Otro hecho que debemos obligatoriamente enmarcar en ese momento histórico y no ahora en pleno 2018.

Y es que sólo entendiendo el proceso como una cuestión política del siglo XV, se puede entender tal decisión; es seguro que en su fuero interno Isabel estaría en contra, pero que no tuvo más remedio que aplicarlo como norma de estado.

“…El judaísmo sería siempre la fuente que surtiría el criptojudaísmo; mientras la fuente estuviese allí el problema subsistiría. La decisión de la expulsión estaba imperada por exigencias del estado, con mayores razones que las que hoy existen en los delitos contra la seguridad del Estado y que se sustancian y se dan en los gobiernos actuales sin contemplaciones. El hecho fue religioso, pero fue también una inaplazable medida política exigida por la sociedad española de entonces y por el pueblo en sus instituciones más representativas, es más, la medida fue tan universalmente popular en toda Castilla y Aragón, que durante siglos fue tenida como uno de los grandes servicios que se les computa a los Reyes Católicos…”

Como conclusión se debe tener en cuenta que no hubo motivo racista o antisemita en ello; es imposible que lo fuera más que nada porque esta acepción es actual, en el siglo XV no existían tales vocablos.

No hubo intereses económicos, ni de atesorar sus bienes. Tampoco fue una persecución religiosa contra el judaísmo, sino todo lo contrario; la religión hebrea estuvo protegida por las leyes y gozó del favor de la Reina.
Sencillamente el edicto no fue de expulsión, ya que la comunidad judía residía en España por favor especial de los reyes desde siglos, se les consideraba “extranjeros tolerados”, con permiso de residencia, lo que se hizo fue no seguir manteniendo ese status, nada más.

3.-Conquista de Granada  y expulsión de los musulmanes. (1492 – 1502)

El 2 de Enero de 1492 España volvía a su status del año 711, se conquistaba el último reducto musulmán de la península. Una vez conseguido esto se promueve una campaña de conversión de los musulmanes que deciden quedarse, dirigida por el nuevo obispo de Granada, el confesor de la Reina, fray Hernando de Talavera, quien fuera prior del convento de Nª Sª de Prado de Valladolid.
Es justo reconocer que la animadversión hacia los musulmanes era menor que hacia los judíos, por este motivo fray Hernando estaba convencido de adoctrinarlos correctamente en la fe cristiana para que se diera en ellos una conversión pronta y verdadera.
Pero este proceso fue lento y no dio los resultados esperados, es por ello que en 1499 se cambia de estrategia, misión que se encomienda al Cardenal Cisneros, nuevo confesor real.
Se les insta a convertirse y a cambio se les ofrecen donaciones, como tierras y privilegios; además se les obliga a cambiar en su forma de vestir. Hay algunos que se convierten, y estos convertidos con su ejemplo, animan a otros a convertirse y a seguir el camino de la fe cristiana.

A los que deciden no convertirse se les presiona en gran manera, y es que como se verá posteriormente esta estrategia tampoco dio sus frutos. Los mudéjares seguían siendo un problema y un peligro para la cohesión y la política nacional.
Así pues en el año 1502, 10 años después de la toma de Granada, Isabel y Fernando firman un decreto real por el cual se obliga a los musulmanes o bien a abrazar la fe cristiana, o bien abandonar definitivamente el Reino de Castilla y de Aragón. Con ello se perseguía el sueño tanto tiempo anhelado por la Reina, que España fuese por entera cristiana, igual que lo era en al año 711.


PERSONALIDAD DE ISABEL.

Libros y cultura:

Isabel de Castilla fue una mujer tremendamente interesada por la cultura y por el saber. Tuvo una gran colección de libros en su biblioteca particular, en ella destacaban libros de rezo y de contenido religioso, como “El jardín de jóvenes doncellas”, o el “Tratado de perfección”, homilía de Fray Hernando de Talavera de un domingo cualquiera, cuando era prior  del monasterio de Ntra Sra de Prado de Valladolid, y que Isabel quiso que se recogiese por escrito debido a su extraordinaria fama.

Tuvo un gran interés personal por conocer la historia de España, la cual decía era “maestra de políticos y Reyes”. Fray Hernando traducirá al latín, por ejemplo, la victoria de Alfonso XI sobre los benimerines en 1340 en la batalla del Salado, añadiendo sentencias de las Sagradas Escrituras para celebra dicha victoria.
Fue una mujer por tanto de una gran cultura humanista, con un extraordinario gusto e interés por la música, el arte y la ciencia.

Personalidades a su alrededor:

Se rodeo de un fantástico grupo de personas que destacaron en la época por su saber, por su altura de miras y por su gran personalidad, con una moral excepcional, como fueron:
El ya citado y confesor real Fray Hernando de Talavera, luego lo sería Francisco Jiménez de Cisneros; Lucio Marineo Sículo y Pedro Mártir de Anglería, humanistas italianos de una gran formación; Beatriz Galindo, llamada “la latina”, tutora de sus hijos con unos grandes conocimientos en latín y en gramática castellana; Teresa Enríquez, la apodada “la loca del sacramento” por su gran devoción a la Eucaristía; Beatriz de Silva, dama de su corte y una gran amiga de Isabel en un primer momento y que luego ésta, siendo ya Reina, le ayudaría a fundar la orden de las concepcionistas franciscanas. Posteriormente fue proclamada Santa.         

Además llevó a cabo una profunda reforma en la Iglesia española, tanto en obispados como en conventos y monasterios.   
                                          
Sus hijos y su educación:
Tuvo especial atención siendo ya Reina por la vida intelectual, cortesana y espiritual de sus hijos, busco a los mejores confesores para ellos, y les formó con los mejores maestros de entonces:

.-Para el príncipe Juan, “el niño de sus ojos”, escogió a Diego de Deza, dominico  y obispo de Sevilla, personaje de gran valía que fue maestro de Teología en la universidad de Salamanca, capellán y confesor real, canciller y reformador de la Iglesia.

.-Para su hija Isabel, su preferida y de una gran belleza, eligió a Pedro de Ampudia.

.-Para Juana, con una gran parecido a su abuela paterna, doña Juana Enriquez, lo que hizo que cariñosamente Isabel llamara a su hija "mi suegra” y para María, la más parecida a su madre en su vida interior,  el dominico fray Andrés de Miranda con el que aprendieron latín.

.- Y Para Catalina, la menor de todas, la preferida de su padre y con más parecido físico a su abuela Catalina de Lancaster, se eligió a A. Giraldino, con el que se educó, entre Alcalá, Valladolid y Granada. Estudiando lenguas, como el castellano, el catalán, el francés, el inglés o el latín. Aprendió danza y música.

Sus actos como hija y como madre:

Como hija:

Admira, respeta y ama con profunda devoción a su madre Isabel de Barcelos, sufrió mucho cuando fue separada de ella de niña para ser llevada a la corte de su hermano Enrique IV. Siempre que pudo la visitó en Arévalo. En 1496,  falleció su madre, Isabel se encontraba en Laredo despidiendo a su hija Juana, no pudo por tanto estar con ella en los últimos momentos de su vida, no obstante después organizó sus exequias fúnebres, además de mandar realizar un sepulcro para sus padres y su hermano Alfonso, en la cartuja de Miraflores de Burgos.

Como madre:

Siempre quiso tener a sus hijos muy cerca de ella, seguramente el hecho antes mencionado de la separación de su madre siendo niña, hizo que Isabel procurase estar siempre rodeada de ellos. Y es que les llevaba con ella por toda España.

Sufrió mucho la muerte del príncipe Juan (4-X-1497) y de la primogénita Isabel (23-VIII-1498); y es que los prematuros fallecimientos de sus hijos en plena juventud fueron para ella una derrota enorme. A partir de entonces la Reina quizás ya no fue la misma en su ánimo, aunque siempre se apoyó en Cristo y lo aceptó a pesar del dolor inmenso de madre. Y es que con la muerte de Juan, según ella, desapareció el futuro de Castilla y de Aragón. Y con Isabel la última esperanza, fue su predilecta con la que estuvo íntimamente unida, murió de sobreparto al dar a luz a Miguel de la Paz, la última ilusión de Isabel para Castilla y los reinos peninsulares.

Con Juana tuvo una relación agridulce y tormentosa, fue el último sufrimiento de Isabel en vida. Como dijimos anteriormente, acompañó a Juana a Laredo para despedirla antes del matrimonio con Felipe el hermoso, estuvo dos días enteros con ella en el mismo barco antes de partir. Tras la muerte de Juan e Isabel y el niño Miguel, fue la heredera de Castilla. Pero es que la Reina ya vislumbró que Juana no tenía interés alguno por la política. Finalmente chocaron e Isabel, fruto del amor por su hija, cede ante muchas de sus pretensiones.

Con María y Catalina la relación aparentemente fue menor, seguramente por ser las dos hijas menores y por los escasos registros documentales que se tienen, no obstante no se duda del amor hacia a ellas como lo tuvo hacia sus otros hijos; aún así se tiene constancia por ejemplo de una carta de su hija Catalina fechada el mismo día del fallecimiento de Isabel, el 26 de Noviembre de 1504, donde le exponía a su madre que por tres veces le había escrito para saber de su salud y que nunca obtuvo respuesta, ni ya la tendría jamás.

“Muy alta y estimada Señora, tres cartas le envié para conocer la salud de su Señoría y nada se… escríbame presto pues todo mi bien sois Vos y mi padre el Rey”

Sus confesores y tres cartas con Fray Hernado de Talavera:

El primero, seguramente el más influyente y con el que mantuvo una estrecha relación, fue fray Hernando de Talavera. Él supo influir con su fuerte predicamento sobre la conciencia de Isabel. Es de suponer que dada la estrecha  relación entre ambos, se mandasen correspondencia frecuentemente. Se han conservado 3 cartas que se  intercambiaron entre ellos hacia 1493, durante la estancia de los Reyes en Barcelona.
En ellas le comenta que le tiene en muy alta estima y confianza pero que por motivos del Reino y falta de tiempo no le ha podido escribir antes.

No obstante le escribe por el atentado que sufrió el Rey Fernando en Barcelona a finales de 1492, y en esa carta le expresa que piensa en la muerte y que debido a ella y no sabiendo cuando le tocará partir de este mundo se sincera con su confesor apremiándole a saldar sus deudas económicas, y que le ayude a ello pues no sabe cómo hacerlo
Fray Hernando le responde en otra misiva conminándola a que sea recatada en el comportamiento cortesano, que no baile, que reduzca el gasto en cosas innecesarias, como fiestas y vestuarios lujosos, pero que si son necesarias para el bien de Castilla se hagan.

Isabel en su respuesta le dice que así lo hace y que si debe evitarlas le explique cómo hacerlo, también le comenta que ella no es dada a las corridas de toros pues no le gustan, pero que lo respeta.
Su confesor le vuelve a indicar que se recatada y liviana, preguntándole finalmente por el tema de las Indias recién descubiertas.
El siguiente confesor de la Reina, tras el nombramiento de  Fray Hernando de Talavera como Obispo de Granada, fue el Cardenal Cisneros.

TESTAMENTO y CODICILO:

Isabel de Castilla redacta y firma su testamento, curiosamente en el 12º aniversario del descubrimiento de América, el 12 de octubre de 1504 en Medina del Campo, pues ella intuye su final. Quiere poner en orden sus asuntos y su conciencia; aún así después de firmarlo tiene todavía la suficiente lucidez mental y moral para redactar un anexo, el famoso codicilo, 3 días antes de su fallecimiento, el 23 de noviembre de 1504. Fue escrito por Gaspar de Gricio.

12-Octubre-1504: Testamento.

Comienza en el nombre de la Santísima Trinidad: Dios Padre, Dios Hijo a quien se encomienda (“Y primero encomiendo mi espíritu en las manos de nuestro señor Jesucristo…”) y Dios Espíritu Santo y la Santísima Virgen María:

(“En el nombre de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas y una esencia divina, Creador y Gobernador universal del Cielo y de la Tierra [...] y de la gloriosa Virgen María, su madre, Reina de los Cielos y Señora de los Ángeles, nuestra señora y abogada…”)

Para después encomendarse a todas sus devociones:
San Pedro y San Pablo;
Sta Mª Magdalena: (“ a quien asimismo yo tengo por mi abogada; porque si es cierto que hemos de morir, es incierto cuando y donde moriremos, por ello debemos vivir y estar preparados como si en cualquier momento hubiésemos de morir.”);
Los Santos Arcángeles: San Miguel y San Gabriel;
San Juan Evangelista, (su abogado y protector del cual tomó el águila para el escudo real de Castilla y Aragón);
Santiago: patrón del Reino de las Españas;
San Jerónimo, Santo Domingo y San Francisco de Asís, patrón de los pobres. Ya que Isabel estuvo muy cerca de esta orden, pues también expresa en esta su última voluntad ser enterrada con hábito franciscano en un convento franciscano, a ser posible en el de Granada, sino en el de Toledo, o en el de Segovia y sino en cualquier otro del reino.

Solo cambiaría esta su voluntad, si su marido y Rey decide otro lugar donde enterrarse, porque por encima de cualquier consideración prefiere estar enterrada junto a Fernando, para tener el mismo ayuntamiento en la otra vida igual que tuvieron en ésta.
Dejó dicho que se la enterrase en una tumba baja, al nivel del suelo, que no se gastase dinero innecesario en sus exequias, y que ese dinero se repartiese entre los pobres y los curas de parroquias pobres del Reino. Dejó dicho también, que se oficiasen 20.000 misas por su alma en Iglesias y Monasterios después de saldadas sus deudas.

También fue su voluntad distribuir un millón de maravedís para el casamiento de mujeres jóvenes que no pudieran pagar su dote y para aquellas que quisiesen entrar en la vida religiosa para servir a Dios.

Mandó que se vistiese a 200 pobres para que fueran especiales rogadores por su alma; y que fuesen redimidos 200 cautivos necesitados que estuviesen en manos de infieles.

Dejó escrito dar limosna para la Catedral de Toledo y el monasterio de Guadalupe, por el que tenía especial devoción. Da dinero para monasterios y hospitales para pobres.
Pide terminar la Capilla Real, así como que su hija Isabel y su hijo Miguel fuesen enterrados en ella.

Reparte sus bienes entre familiares y amigos. A su nieto Fernando 2 millones de maravedíes. También concede a sus amigos: 
A los marqueses de Moya (Andrés de Cabrera y Beatriz de Bobadilla… por la lealtad con que nos sirvieron para recobrar y acceder a la corona y, por los grandes servicios que me han hecho los encomiendo al rey, mi señor, y a la princesa, mi muy querida y muy amada hija). 
A Gonzalo Chacón “su padre”, a Garcilaso de la Vega, a Fonseca a Juan de Velázquez…
Dentro del apartado político del testamento destaca como ella misma se titula Reina 
“…además sepan cuantos esta carta de testamento vieren como yo doña Isabel, por la gracia de Dios, reina de[...] Castilla, de León, de Aragón, de Sicilia, de Granada…”.

Habla del patrimonio real o regio y del servicio que el estrecho de Gibraltar hace al reino, además ordena que no ocupen cargos en el servicio del reino ni civiles ni eclesiásticos extranjeros:

 (“ordeno y mando que de aquí adelante no se conceda ni alcaldías, ni tenencias, castillos, fortalezas, ni jurisdicciones, oficios de justicia, ni oficios de ciudades ni de villas, ni oficios de hacienda, los de la casacortea persona alguna o personas que no sean naturales de estos reinos; y que los oficiales ante los que los naturales de estas tierras tengan que presentarse por cualquier asunto relacionado con estas tierras sean habitantes de estos territorios”)

Nombra sucesora su hija Juana:

(“establezco e instituyo heredera universal de todos mis reinos, tierras y señoríos y de todos mis bienes a la ilustrísima princesa doña Juana, archiduquesa de Austria, duquesa de Borgoña, mi querida y muy amada hija primogénita, heredera y sucesora legítima de mis reinos, tierras y señoríos y, que a mi muerte se intitule reina”),

Pero si ésta no fuera capaz de gestionar el reino, lo fuese su esposo y marido el Rey don Fernando su señor, gobernador del reino:

(“ordeno y mando que cada vez que la dicha princesa, mi hija, no esté en mis reinos [...] o estando no quisiera o no pudiera ocuparse del gobierno de los reinos [...] en dichos casos el rey, mi señor, administre, rija y gobierne los mis mencionados reinos y, que tenga la administración y gobierno por la dicha Princesa, hasta que el infante Carlos, mi nieto, hijo primogénito y heredero de los dichos príncipe y princesa, haya cumplido veinte años. Y suplico al rey, mi señor, quiera aceptar el encargo de gobernar y regir mis reinos y señoríos como yo espero que lo hará”)

23 de Noviembre de 1504: Codicilo.

Fundamentalmente la Reina de nuevo, ante situaciones con las que no estaba del todo a gusto en el testamento o que no incluyó en un primer momento, y creyendo que son de vital importancia, de hecho lo eran; decide tres días antes de su fallecimiento en Medina del Campo, con un clarividencia absoluta redactarlas por medio de Gaspar de Gricio, su secretario.

Respecto a la reforma que llevó a cabo en la Iglesia, se refiere a cuestiones de Obispados y Monasterios:
(“por quanto en el reformar de los monasterios d’estos mis regnos, así de religiosos como de religiosas, algunos de los reformadores exçeden los poderes que para ello tienen, de que se siguen muchos escándalos e dannos e peligros de sus ánimas e consçiençias, por ende mando que se vean los poderes que cada uno d’ellos tiene e toviere de aquí adelante para fazer las dichas reformaçiones, e conforme a ellos se les de favor e ayuda, e no en más.”)

También hace referencia a que se haga un control justo y riguroso de los recursos del reino, que se recojan las leyes del reino para su buen funcionamiento y que se tengan en cuentan las fronteras con Navarra.

Pide que se digan 20.000 misas de réquiem por “las ánimas de todos aquellos que son muertos en mi serviçio, las quales se digan en iglesias e monasterios observantes, onde a mis testamentarios paresçiere que más devotamente se dirán, e den para ello la limosna que bien visto les fuere”.

Y sobre todo el punto esencial donde da toda una lección moral y cristiana sobre cómo debían comportarse los que manejasen el gobierno de América. Es sin ningún género de dudas precursora de los derechos humanos, dejó por escrito que a todos los ciudadanos de aquellas tierras, que son igual de castellanos que los de aquí, se les respete, no se les haga agravio alguno y se les instruya en la fe de Cristo, y que sean bien tratados como cualquier otro súbdito de la corona. Asigna el hecho del descubrimiento al reino de Castilla:

(“por quanto al tiempo que nos fueron conçedidas por la sancta Sede Apostólica las Yslas e Tierra Firme del Mar Oçéano, descubiertas e por descubrir, nuestra prinçipal yntençión fue […], de procurar de ynduzir e traer los pueblos d’ellas e les convertir a nuestra sancta fe cathólica, e enviar a las dichas Islas e Tierra Firme prelados e religiosos e clérigos e otras personas doctas e temerosas de Dios, para ynstruir los vezinos e moradores d’ellas en la fe cathólica, e les ensennar e doctrinar buenas costumbres, e poner en ello la diligençia devida, segund más largamente en las letras de la dicha conçessión se contiene, por ende suplico al rey mi sennor muy afectuosamente, e encargo e mando a la dicha prinçesa, mi hija, e al dicho prínçipe, su marido, que así lo hagan e cunplan, e que este sea su prinçipal fin, e que en ello pongan mucho diligençia, e no consientan nin den lugar que los yndios, vezinos e moradores de las dichas Yndias e Tierra Firme, ganadas e por ganar, reçiban agravio alguno en sus personas ni bienes, más manden que sean bien e justamente tratados, e si algund agravio han reçebido lo remedien e provean por manera que no se exçeda en cosa alguna lo que por las letras apostólicas de la dicha conçessión nos es iniungido e mandado…”)

Hace alguna consideración más diciendo que se luche contra los infieles para que prevalezca la fe cristiana. Deja dicho ante quien lo firma, poniendo fecha y lugar, rubricándolo con su firma: “Yo la Reina”

(“E digo e declaro que esta es mi voluntad, la qual quiero que vala por codiçillo, e si no valiere por codiçillo quiero que vala por qualquier mi última voluntad, o como mejor pueda e deva valer. E por que esto sea firme e no venga em dubda, otorgué esta cartade codiçillo ante Gaspar de Grizio, mi secretario, e los testigos que lo sobreescrivieron e sellaron con sus sellos; que fue otorgada en la villa de Medina del Canpo, a veynte e tres días del mes de novienbre ano del nasçimiento del Nuestro Salvador Ihesu Christo de mill e quinientos e quatro annos, e lo firmé de mi nombre ante los dichos testigos e lo mandé sellar con mi sello.
Yo la Reyna”).
Isabel la Católica falleció el 26 de Noviembre de 1504, a la hora del ángelus, en la Villa de Medina del Campo, en su alcoba del palacio real, hoy conocido como testamentario. Tras el funeral, partió el cortejo fúnebre hasta la ciudad de Granada, hecho que ocurrió el 18 de diciembre, tras 22 días viaje con unas condiciones climáticas adversas. Y desde entonces allí descansan sus restos.
Murió una mujer Reina.

                                      Valladolid, 15 de Octubre de 2018.