El Otoño trae noticias, de todo tipo, unas buenas, otras van siendo vaya y otras extraordinarias.
Juan Carlos Urueña, con quien nos une ya una gran amistad, nos regaló una de estas últimas y fabulosas.
Hay días en los que la fortuna sonríe de manera desigual. Son momentos en los que por un lado parece que todo esta perdido y por otro todo lo que se percibe es todo lo contrario. Las cosas cambian y se ven de manera distinta dependiendo del color del cristal con que se miren.
En esto de la Semana Santa y de nuestras Cofradías ocurre algo similar. Unos pensarán que nuestra tradición más arraigada está en decadencia y otros que va por buen camino. Algunos otros trabajarán porque su hermandad mejore, sin embargo otros decidirán que sigue bien como está y que no hay que modificar nada. Aún cuando lo que se proponga desde fuera esté bien. Sólo por el mero hecho de defender, a veces, lo indefendible, e incluso tirar piedras contra el propio tejado.
En definitiva opiniones que siempre estarán en el candelero y en la opinión general de cofrades y devotos.
Que si esto, que si aquello, que si hay que cambiar lo de más allá, que si no…
Una cosa es cierta.
Hay personas que trabajan en el Valladolid de ahora desde su rinconcito, haciendo una labor callada y desinteresada por nuestra Semana Santa, personas que su único interés es mostrar a Valladolid y a sus gentes que merece la pena “velar” y “mimar” con sumo cuidado nuestra 5 veces centenaria Semana Mayor.
Personas que se afanan por recoger, recopilar y reorganizar aquello que nuestros predecesores vivieron e hicieron con verdadero interés y devoción.
Personas, en este caso persona, que de manera incansable busca reordenar y contemplar cómo fue aquel Valladolid de la Castilla de entonces y de sus procesiones de antaño. Las que discurrían por esas calles angostas y sin asfalto, donde la única luz que se percibía era la de las hachas de los hermanos de luz.
Donde las gentes de entonces vestían de otra manera, pero que contemplaron las mismas imágenes en madera policromada. Esas tallas que 500 años después observa el Valladolid del siglo XXI y los cofrades de ahora.
En aquel entonces esos otros cofrades, de luz o de sangre, contemplaron aquel Valladolid más recogido, y fueron personas como nosotros, con nombre y apellidos que dieron forma a nuestra Semana Santa, aquella que hubo antes de Gandásegui y que nosotros sólo podemos imaginar.
Juan Carlos Urueña Paredes, que merece toda mi admiración por intentar aportar un granito de arena en este tema apasionante y enfocándolo desde este punto de vista, trata de rescatar esto. Ir al lado más humano de aquellos días santos.
Se de buena tinta que ha rebuscado por aquí y por allá, se ha informado y tras un primer vistazo su nuevo proyecto es más que interesante.
Este blog de la Piedad se hace eco de su interés y de su denodado esfuerzo.
Merece la pena que sea publicado y que el Valladolid de ahora conozca más y mejor nuestra Semana Santa para que, a quién corresponda, “vele”, “mime” y “cuide” nuestra mejor y más valiosa tradición: la que va en el corazón de cada cofrade de Valladolid.
Gracias Juan Carlos por tu proyecto.
Gracias Juan Carlos por tu amor por Valladolid y su Semana Santa.
Ojalá que QVESTIO: UNA PASIÓN DE VALLADOLID, llegue al mejor puerto posible. Al de todos y cada uno de los que viven y moran en esta ciudad y villa con muchos siglos de historia.
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